Sor Juana Inés de la Cruz es una las figuras literarias más importantes de nuestro país, pues a pesar de pasar sus días en un convento, desafió las normas sociales de aquel tiempo para producir maravillosas obras literarias.
Aunque la poeta es más conocida por sus escritos y sonetos, también incursionó en la cocina, pues se le atribuyen alrededor de 36 recetas, en su mayoría de
postres. Antes de ahondar en las delicias preparadas por Sor Juana, cabe recordar que los platillos creados dentro de los conventos han dejado una huella enorme en la
cocina mexicana, pues las monjas fueron las encargadas de crear los chiles en nogada, el rompope, la fruta cristalizada, el jamoncillo y muchas otras recetas que ahora son consideradas como joyas de la gastronomía mexicana.
Su confinamiento a la cocina del
convento de San Jerónimo estaba pensado como un castigo, sin embargo, Sor Juana terminó apoderándose de la experiencia y disfrutando del arte de cocinar, pues se transformó en una especia de experimento alquímico. En su libro titulado
Respuesta a Sor Filotea, Sor Juana explica la magia que sucede en la cocina:
Pues ¿qué os pudiera contar, señora, de los secretos naturales que he descubierto estando guisando? Ver que un huevo se une y fríe en la manteca o el aceite y, por el contrario, se despedaza en el almíbar; ver que para que el azúcar se conserve fluida basta echarle una muy mínima parte de agua en que haya estado membrillo u otra fruta agria; ver que la yema y clara de un mismo huevo son tan contrarias que, en los unos, que sirven para el azúcar, sirve cada una de por sí y junto no.
Y es que las recetas de Sor Juana son complejas y mezclan sabores de maneras que ahora nos parecen inusuales. La académica Laura Pinto Araujo explica que:
Es en este sentido que Sor Juana, encargada de preservar la memoria gastronómica del convento de San Jerónimo, reivindica en su recetario lo antiguo –una clara característica del humanismo renacentista–, y a la vez aporta la creatividad propia del barroco. En él convergen esas dos cocinas: la indígena, repleta de sabrosos y variados ingredientes, y la española, aderezada con especies de África y Asia.
Algunos de los ingredientes presentes en las
recetas de Sor Juana son huevos, frutos secos, acitrón, ajonjolí, arroz, carne, pasas, nueces, alcaparras, pan, garbanzo, chiles, camote, plátano, manzana, maíz, ajo y especias, entre muchos otros.
La mezcla de ingredientes y sabores nos muestra que la poeta también era increíblemente en la cocina, pues podía combinar elementos indígenas, europeos y árabes para deleitar a las personas cercanas a ellas con exquisiteces tales como sus famosos buñuelos.
¿Qué pasó con el afamado
recetario de Sor Juana Inés de la Cruz? En 1976 se publicó un manuscrito que contenía 36 recetas del claustro de San Jerónimo, atribuidas a la escritora. La introducción era un soneto escrito por Sor Juana. Después de una investigación, se determinó que era auténtico.
Las recetas de Sor Juana
De las 36 recetas atribuidas a la poeta, tan solo 10 son saladas, lo que indica que tenía una predilección por los postres. Estas son algunas de sus afamadas recetas:
- Ante de betabel
- Ante de cabecitas de negro
- Buñuelos de queso
- Clemole de Oaxaca
- Gigote cuajado
- Guisado prieto
- Huevos moles
- Jericaya
- Manchamanteles
- Pollas portuguesas
- Purín de espinacas
- Torta de arroz
- Torta de cielo
- Turco de maíz cacahuacintle
Sor Juana Inés de la Cruz transgredió las normas sociales al incursionar en el ámbito literario, el cual era casi prohibido para las mujeres. Afortunadamente, ahora no solamente podemos disfrutar de sus sonetos y escritos, sino también de sus recetas, las cuales son un vivo retrato del
mestizaje culinario que tuvo lugar en México. También son un testimonio de que no únicamente los reconocidos chefs y cocineros eran poseedores de mentes maestras capaces de crear increíbles recetas, pues los
conventos se convirtieron en verdaderos epicentros culinarios en aquella época.