1

Amarnos a través de la comida, ¿realidad o ficción?

Por Shadia Asencio - January 2023
Advertising
Advertising
¿Uno se puede demostrar amor a través de las decisiones alimenticias que toma? En realidad, el amor, como el agua, busca salida por cualquier grieta. El alimento es sólo una forma, como también lo es una palabra, un paseo, una decisión, un encuentro. A una pareja le diríamos que el amor se expresa a través de los detalles, de los mimos. Así también el amor propio. Pero ¿qué es el amor a uno mismo y cuál es la mejor forma de manifestarlo, específicamente en el tema alimentario?

Unos podrían afirmar que es simplemente cumpliendo los antojos del cuerpo. Y claro, de vez en cuando puede serlo. Un apapacho esporádico y consciente es sin duda una muestra de flexibilidad, de dejar de autoexigirnos en cada momento. Pero hay que saber diferenciar entre un capricho del ego y un anhelo real: no se vive de ensaladas como tampoco de pastel.

El amor comienza en la atención. No puedes amar lo que no conoces. El cuerpo nos hablará del hambre, de las necesidades fisiológicas del organismo. Hay que comenzar por hacerse un pequeño escaneo ¡Nos falta vitamina C!, quizás pudieran expresarnos nuestras células. Y si realmente escucháramos los antojos profundos del cuerpo, lo más seguro es que pediríamos una sopita de lima, unas espinacas a la crema, una ensalada de cítricos y pimientos.

Otra forma de prestar atención al cuerpo es conocer qué nos cae bien, qué le da una patada a nuestras vísceras, qué nos cae pesado. Y no hay mejor forma de conocerse que brindarse atención plena antes, durante y después de comer. Podríamos incluso llevar una bitácora de alimentos para registrar cómo nos hizo sentir tal o cual preparación o ingredientes.

El amor se expresa con la comunicación. En este caso, cuando somos capaces de escuchar al cuerpo, éste se comunica a través de sensaciones: ¿tiene hambre o tiene sed? ¿Le duele el centro del pecho, está en grado de estrés? Cuando ya se está comiendo, hay que investigar cómo se siente el organismo con ese alimento. ¿Está inflamando mi vientre? ¿Aumenta el calor y nos hace sudar? Y en la sobremesa sería importante revisarse la digestión, el estado de energía que dejó el menú elegido. ¿Fue reparador? ¿Cayó como balde de agua? ¿Nos dejó tristes?

La atención puede ir más allá del cuerpo mismo. Podría llevarnos a registrar las emociones que se tienen antes de sentarse a la mesa. Valdría la pena preguntarnos cómo llegamos. ¿Estoy triste, cansado, eufórico? ¿Cómo influirá esto en mis decisiones de comida? La ansiedad quizás me lleve a comer más y la tristeza a comer menos. ¿Puedo tomar decisiones por encima de estas emociones? Si no se puede o no se quiere, en conciencia, el acto de amor representaré en ser flexibles con uno mismo. Dejar de satanizar ingredientes o preparaciones, y disfrutarlos con mesura y autocuidado.

Las sensaciones del cuerpo y las emociones no están solos. La mente nos arrojará pensamientos, creencias o juicios sobre ciertos alimentos que harán que elijamos algo primordialmente sobre otro alimento. Pero hay que ser conscientes de ello por igual. Si de pequeños nos enseñaron que “no hay comida sin carne”, que “los vegetales son para las vacas”, seguramente pediremos algo desprovisto de frescura y verdor. Si nuestra forma de alegrarnos ha sido a través de la comida frita, lo más probable es que si es un día nublado, elijamos algo bañado en grasa. Ahí las trampas de los pensamientos que nos toman desprevenidos cuando no nos autoexaminamos. ¿Realmente me pondrá más feliz comer algo frito? ¿Mis creencias sobre la comida son verdaderas? La única respuesta la tiene el cuerpo. Revisar el antes, el durante y el después de la comida. Y si tras los antojitos queda el rezago de la culpa, recordar que la culpa es uno de los enemigos del amor. La mentira sin duda es otro peor.

Como el amor real es activo y no pasivo, tras la escucha del propio cuerpo + sensaciones + mente tendremos más elementos para tomar mejores decisiones. Y claro, no olvidar que debemos ser observantes con el exterior para que nuestras decisiones no sean la verdad de alguien más. Puede que la degustación de la comida sea un tema social y colectivo, incluso cultural y ahora hasta digital, sin embargo, la alimentación es un acto individual, que expresa quiénes somos y cuánto nos amamos. Nadie puede obligarte a comer algo que no necesitas, algo que ya no quieres. Quizás cuando éramos pequeños no podíamos tomar decisiones sobre lo que entraría a nuestro templo. Ahora es parte del camino de quien quiere vivir en consciencia y amor.

La calidad de nuestras decisiones tiene que ver con cuánto nos valoramos y qué valoramos. Si se es consciente, no hay malas decisiones. Simplemente, hay actos de verdad, actos de escucha o bien, actos de compasión –donde cabe un buen pan dulce– que debe equilibrarse con buenos alimentos –frescos, no procesados– para la preservación óptima del organismo. Y sí, no olvidar que la preservación óptima del ser es el acto más esencial del amor.

El amor nos deja sensaciones de bienestar, y si reflexionamos, el bienestar es lo más cercano a la felicidad. Qué gran regalo poder sentirnos satisfechos y plenos al terminar nuestro plato; contentos y sin culpa; recargados de energía. Revitalizados, si es la mañana o la noche; relajados y en paz, si falta poco para ir a dormir. Estados plenos de conciencia y de conexión sólo por mantenerse “despiertos” y a la escucha mientras se come.

¿Cómo comenzar a escucharnos? El amor pide atención, o al menos evitar distracciones, por lo que, queridas series de Netflix: las amamos, al igual que a ustedes libros Premio Alfaguara, influencer de TikTok, o video para cocinar pollo de kiwilimón en Facebook. A la hora de comer, lo mejor es gozar de armonía, de atención plena, de una buena plática, de buena energía que no estropee nuestras decisiones alimentarias. Otras formas de amarse con la comida es agradecer a aquello que se tiene al frente, agradecer a quienes pusieron eso tan delicioso en el plato, agradecerle al cuerpo por su esfuerzo en cuidarnos y procesarlo todo amablemente.

Es posible amarse a través de la comida, así como expresar amor a otras personas con ella: ofrecerle a nuestra familia platos que, además de estar vigorosamente condimentados, cuidadosamente sazonados, estén llenos de atención al detalle, a los ingredientes, para que les dejen sensaciones de bienestar.

Despertar la sabiduría del cuerpo toma tiempo. La energía que corre en este año es la de la recuperación y qué mejor forma de tomarla, que recuperando nuestro poder y hacernos responsables del autocuidado, del amor que nos damos. 2023, aquí te vamos.