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De Kiwilimón para ti

Lo que nunca te habías atrevido a preguntar sobre vino
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Lo que nunca te habías atrevido a preguntar sobre vino

Por Shadia Asencio - 2020-08-21T09:30:46Z
El vino no es un idioma que deba aprenderse. No es una pieza de arte conceptual que haya que comprenderse o descifrarse. Tu moño, pipa y guantes sácalos cuando pruebes otras cosas más sofisticadas. El vino se prueba y listo. Eso sí, asegúrate de que el que te lleves a la boca te guste. Para diferenciar los unos de los otros –los “sí, por favor” de los “nunca más”–, hay que degustarlos y no sólo tomarlos. Y si te llegara a quedar alguna duda, aquí te respondo lo que siempre habías querido saber sobre vino, pero nunca te habías atrevido a preguntar.

Y a todo esto, ¿qué diantres es el vino? Este caldo multicolor (tinto, blanco, rosado o naranja) es el jugo fermentado de la uva. No de la que nos llena la boca cada Año Nuevo en busca de amor, salud y dinero. Hablo de la vitis vinífera o vid cuyas variedades o cepas seguramente has escuchado nombrar: cabernet sauvignon, merlot, malbec y muchos etcéteras. Sí, así como el mango y sus múltiples variedades (ataulfo, petacón, manila).

Seguramente te preguntarás, ¿por qué hay que oler el vino? Para mí es la parte más especial del jugo de la vid. Los aromas son su regalo –además del sabor–, pues en ellos se revelan cuentos de castillos, lunas y familias; historias sobre el lugar donde fue cultivado, sobre la cepa, la receta con la que se elaboró. ¿Recetaaaaa? La receta en el vino no es como la de un cheesecake. El “saber hacer” o receta a la que llega un enólogo contempla desde la forma en la que la uva se siembra hasta si se combina con otras variedades para crear mezclas, o si el vino se guarda en una barrica ya usada o una nueva. Las posibilidades son infinitas.

Quizás no te habías atrevido a preguntar por qué movemos la copa y luego olemos el vino. Sin duda no es para llamar la atención. El ligero movimiento circular oxigena el líquido y despierta con potencia los aromas. Haz la prueba y huele la copa quieta. Luego, agítala. Tu percepción cambiará.

¿Quieres saber por qué se dice que el vino “huele a cereza” “tiene aromas a pimienta” o “a manzana verde”? No es que añadan dichos ingredientes en su elaboración. Los aromas resultan de las reacciones químicas de la fermentación y el añejamiento. Lo que sí puede suceder es que, si en el viñedo había romero y lavanda, el vino desarrolle notas similares. Y, ¿qué hago si yo no huelo nada? Primero, no desesperarte y practicar. Aunque la gente te vea como a un loco, experimenta la vida a través de la nariz. En el mercado, acércate a las flores y grábate en la memoria cada olor. En el súper huele las frutas (sin tocarlas, por aquello de la sana distancia) y nota si hay diferencia entre un durazno y un chabacano, entre una manzana verde y una roja. En casa, amontona especias y a cierta distancia trata de reconocerlas con los ojos cerrados. Esto desarrollará tu instinto sabueso.

Si conoces a un fan del vino habrás escuchado de los taninos. ¿Los tanin.. qué? La tanicidad es una característica esencial en el tinto junto a la acidez, el dulzor y el alcohol. Para hablar de ella, primero recuerda la sensación que te deja una loción astringente en la boca. Esa sequedad en las encías es la tanicidad. Los taninos son deseables en el vino, siempre y cuando estén equilibrados con las otras características. Si no están bien “pulidos” o trabajados en la receta, lo más seguro es que el vino no sea fácil de beber y te deje seca la boca.

Y finalmente llegamos a la pregunta más importante de todas: ¿Un vino barato es sinónimo de “malo” y viceversa? Como en la comida, el precio no asegura la calidad ni el sabor; siempre hay hallazgos en lugares insospechados y decepciones en sitios de alcurnia. La calidad de un vino depende de los cuidados puestos en la uva desde el campo y la bodega. Además, tiene que ver con la técnica y la receta del enólogo. Si él se esmera por producir productos de calidad, te aseguro que sus vinos más baratos serán mejores que los de una bodega de mucho marketing y con prácticas a medias tintas.

Hay vinos para cada momento y cada bolsillo. Anímate a probarlos con medida y a degustar en consciencia. Aterriza en el momento. Mantente presente en las sensaciones que llenan la nariz y la boca. El regalo será grande.

¿Tienes más preguntas de vino? Escríbeme y te contesto: shadia.asencio@kiwilimon.com